lunes, 20 de febrero de 2012

La Equidad Motivacional como medida de atención a la diversidad

1.    Los motivos como impulsos: Teorías
1.1    ¿Por qué algunos alumnos abordan el aprendizaje con entusiasmo y otros de mala gana?
Según la Teoría de la Necesidad de Logro de Atkinson y McClelland la motivación de logro reside en la decisión de esforzarse con en el objetivo de alcanzar el éxito y a su vez intentar evitar el fracaso, la intensidad de las emociones que ello puede causar (orgullo VS vergüenza) es lo que determina el entusiasmo que el estudiante ponga a la hora de aprender.

1.2    ¿Por qué algunos eligen tareas sencillas en las que el éxito está asegurado y otros prefieren problemas en los que las posibilidades de éxito y fracaso estén en equilibrio?
Los alumnos que optan por la realización de trabajos en los que el éxito está asegurado, son aquellos en los que el sentimiento de vergüenza ante el fracaso supera a aquel, provocado por la realización de la tarea bien hecha; no les importa tanto recibir reforzamientos positivos, como evitar el castigo.
Por otra parte, los alumnos que prefieren tareas en las que el éxito o el fracaso se pueden dar a partes iguales, demuestran su interés por aprender, su necesidad de autosuperación y la tolerancia a la frustración.

1.3    ¿Por qué hay tantos alumnos que no se esfuerzan en la escuela? ¿Por qué otros alumnos ocultan sus esfuerzos o se niegan a admitir que estudian mucho?
La razón de la falta de voluntad para aprender no es la motivación del alumno, por lo general, aquel que se niega a hacerlo posee una alta motivación, pero encaminada a conservar su autoestima, por ello se debe entender que la solución no es motivar al alumno, sino encaminar esa motivación con el fin de culminar otras metas. Por otra parte, por norma general en la escuela la razón de aprender se encamina al éxito con la intención de evitar algo malo (castigo) y no de obtener algo bueno (reforzamiento positivo), por lo que los alumnos interpretan la acción de aprender como una imposición en vez, como una necesidad de cara al futuro.
Con respecto a aquellos alumnos que ocultan sus esfuerzos en la escuela, se debe a una necesidad de autoprotección en el sentido de que, si se da el caso en el que suspendan, conseguirán se dé por hecho que ello se deba a la falta de dedicación a la materia y no a la falta de valía personal


2.    Los motivos como metas
2.1    ¿Qué merece la pena que aprendan los alumnos de cara al futuro?
Es indispensable que todo lo que el alumno aprenda de manera teórica sea capaz de utilizarlo de manera práctica; esto significa que el alumno tras su aprendizaje se encuentre capacitado para aplicarlo a su vida cotidiana, lo que provocará que la motivación del alumno por aprender, esté originada por causas intrínsecas, derivando todo ello a un deseo de enfrentarse al abordaje de retos académicos cada vez más complicados que lo haga más independiente y válido en los entornos en los que se desenvuelve.

3.    Los motivos como emociones
3.1    Nuestros criterios de evaluación, ¿son normativos o criteriales? ¿Están referidos a la norma del grupo o a un nivel de exigencia absoluto?
Los criterios de evaluación normativos son aquellos que se caracterizan por poseer estrategias que van a determinar el lugar que ocupa el alumno en relación a su grupo de iguales; éstas son útiles para seleccionar a los alumnos según sus aptitudes pero no para apreciar los progresos de éstos en relación a sus capacidades. Por su parte, en los criterios de evaluación criteriales existe un objetivo estipulado, la educación tiene una función formativa, es decir, el docente tiene la “obligación” de lograr que los alumnos alcancen los objetivos fijados, por ello, las fases iniciales de este tipo de criterios se basarán en la detección de necesidades educativas especiales y en la posterior orientación. Por todo ello, si bien no es siempre del mismo modo, lo esperable sería que los criterios de evaluación fuesen criteriales.

3.2    Pero a veces, los estudiantes que se orientan al fracaso, rinden igual de bien o se hallan dispuestos a rendir como los que se orientan al éxito. ¿Por qué ocurre esto?
Por norma general, el hecho de no fracasar pesa más para el alumno que el hecho de conseguir éxito; la motivación del alumno se verá condicionada por la interacción entre la autoeficacia percibida y la dificultad de la tarea; si bien el alumno orientado al éxito muestra un interés más elevado por tareas medianamente difíciles, aquellos orientados al fracaso prefieren aquellas en las que el éxito esté asegurado, pero en ambos casos la realización de tareas de extremada dificultad va a suponer dificultad alguna ya que por todos es sabido que la posibilidad de concluirlas con éxito es bastante remota, lo que el resultado no les va a provocar sentimientos de fracaso alguno.

3.3    ¿Conoce o recuerda usted a alumnos que se ajusten a los perfiles que hemos desarrollado? ¿Qué utilidad para nuestro trabajo puede tener el análisis basado en la aproximación al éxito y la evitación al fracaso?
1.      El esfuerzo excesivo: Pepe era hijo de una profesora de la escuela donde estudiamos la E.G.B., era un niño de dieces, brillante. No solía “mezclarse” con los compañeros de clase y en Educación Física era bastante regular, no se esforzaba mucho pues entonces la gimnasia no se la consideraba importante dentro del currículo escolar. Un día, después de hacer un examen de sociales y tras recibir la nota del suyo (un 7), Pepe rompió a llorar ante el asombro de todos, y sobre todo de aquellos que pensaban “para mí lo quisiera”, pidió al profesor por activa y por pasiva repetir el examen, pero el profesor no se lo permitió. Aquello fue para Pepe un fracaso en su  brillante expediente académico.
2.      El esfuerzo por tener éxito: Yolanda era una niña bastante resultona, solía gustar a los chicos y caía bien a los profesores. Era una buena estudiante, comprometida, cumplidora, sociable, vestía bien y sus notas eran más que satisfactorias; sus refuerzos eran constantes: padres, profesores y compañeros.
3.      El esfuerzo por evitar el fracaso: Yo misma. Iba aprobando porque según  decían, mi obligación. Mi motivación jamás fue de naturaleza intrínseca, más bien iba aprobando para evitar la reprimenda en casa.
4.      La aceptación del fracaso: Todos aquellos alumnos a los que no les fueron detectadas unas necesidades educativas especiales y por tanto no fuero orientados correctamente.

La utilidad que el análisis basado en la aproximación al éxito y la evitación al fracaso nos puede servir para diseñar estrategias que faciliten reconducir la motivación del alumno para que sean conscientes de cabe la posibilidad que tras concluir una tarea, puede que esta no haya salido tan bien como se esperaba y que por tanto deben tener tolerancia al fracaso.



3.4    ¿Cómo se enseña a planificar?
Planificar es el proceso para establecer metas y elegir métodos para alcanzarlas, para ello es importante que el docente concrete previo consenso con el alumnado, sobre cuáles son los objetivos a alcanzar y con qué recursos (materiales y humanos) se disponen para ello. Debemos hacerlos corresponsables de los resultados obtenidos, ya que el resultado dependerá tanto del esfuerzo del alumno como competencias del docente.

3.5    Previo al planteamiento de una tarea o trabajo, ¿de qué manera podríamos atender los tres aspectos propuestos por Pintrich: creencia de capacidad, razones y emociones?
En principio podríamos mejorar la autoestima del alumno; un alumno con alta autoestima suele atribuir sus éxitos a factores internos, por lo que en el futuro se esforzará para conseguir lo que se proponga. Por otra parte se podrían establecer objetivos que resulten interesantes, realistas y que se encuentren al alcance de los recursos del alumno, y por último, desarrollar dinámicas novedosas que fomentaran dicho aprendizaje de modo que al alumno le resulte ameno y divertido.

4.     Los motivos como pensamientos
4.1    ¿Es recompensar el esfuerzo la manera de fomentar el aprendizaje?
Suele ser así, aunque personalmente creo que no es lo más aconsejable. Si esto se lleva a cabo la situación se convierte en la pescadilla que se muerde la cola: el alumno que se esfuerza recibe reforzamiento, y el que no lo hace recibe castigo; este último se habitúa a ser castigado, y el castigo a largo plazo puede resultar un reforzamiento para él, por lo que, nunca se esforzará. Ocurre lo mismo con el alumno al que se refuerza cada vez que se esfuerza: se habitúa al refuerzo y puede llegar a un punto en el que el refuerzo no surta efecto y provoque que deje de esforzarse.

5.    Motivación y recompensa
5.1    Los estudiantes tienen mayores probabilidades de sentirse más seguros sobre sus conocimientos y, por tanto, menos ansiosos, cuando se les permite demostrar lo que saben escogiendo el nivel de reto de sus habilidades del momento. ¿Cómo podría usted aprovechar este principio para reestructurar la forma de examinar a sus alumnos?
Se podrían formar grupos heterogéneos en los que el nivel de conocimientos defirieran entre sus miembros (al referirme al nivel, no quiero hacerlo a modo de cantidad, es más referido a la variabilidad de conocimientos adquiridos por preferencias e intereses particulares), a estos grupos se les establecería un objetivo común en el que la participación de todos sus miembros fuera indispensable y por tanto igual de útil.




6.    La voluntad de aprender
6.1    ¿Cómo fomentar metas igualitarias?
a)      Ofrecer tareas atractivas: interesantes, con un nivel de dificultad medio y que estén al alcance de las posibilidades del alumno.
b)      Recompensar las tareas positivas para aprender: destinadas a los alumnos de manera equitativa con la intención de que sigan a prendiendo, pero evitando que dichas recompensas sean el eje fundamental que dirijan al alumno a la consecución de la tarea bien hecha.
c)      Ceder el control a los alumnos: Hacerles saber que su éxito no sólo dependerá de su capacidad sino también de su esfuerzo
d)      Fomentar creencias positivas sobre su capacidad: la capacidad como habilidad que se puede enriquecer a través del estudio y la experiencia.
e)      Mejorar las relaciones profesor-alumno: Lograr dentro de lo posible que la figura del profesor no sea entendida como aquel que debe evitar el fracaso del alumno, sino aquel que motiva al alumno a aprender por la necesidad y el placer de hacerlo.



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